viernes, 23 de junio de 2006
Padres coraje
Son niños ignorados, que no suelen ser deseados por los padres adoptivos

Cinco familias explican cómo decidieron adoptar a niños discapacitados o con problemas de salud y cómo cambió su vida "Son niños especiales, pero no son niños enfermos". Son niños ignorados, que no suelen ser deseados por los padres adoptivos.
Las adopciones internacionales se han multiplicado por seis en un año, pero aquí hay niños con necesidades especiales esperando a unos padres que no llegan. Hay una imagen que Diana recuerda especialmente. Cuando, a los 10 años, su hijo Carlos acariciaba la barriga de su tía embarazada de varios meses y le dijo: "Por favor, cuídalo mucho".
Carlos Carlos es un niño adoptado que nació con los anticuerpos del sida y de la hepatitis C. Su madre había muerto a causa de una enfermedad, su padre no podía hacerse cargo de él. Por tanto, sus primeros años de vida los pasó en un centro de acogida, hasta que Diana y su marido lo adoptaron. Previamente había sido rechazado por varias familias, al saber que tenía los anticuerpos del VIH. Su caso, al igual que el de tantos niños con distintos tipos de enfermedades o que viven situaciones particulares, ya sea pertenecer a un grupo de hermanos, a una etnia marginal, tener alguna disminución física sensorial o psíquica o algún trastorno emocional o de conducta los condiciona a permanecer en centros de acogida durante muchos años. Son los niños ignorados, los que debido a sus características requerirán más cuidados y una mayor atención, y no suelen ser niños deseados por posibles padres adoptivos.
La mayoría de familias optan por la adopción internacional de niños sanos, y por lo general muy pequeños. Las cifras de adopciones internacionales no dejan de aumentar: 5.540 niños llegaron a España en el año 2004, frente a los 900 del 2003.
Es difícil saber el número exacto que hay en España de menores con necesidades especiales. Las administraciones de las distintas comunidades son las encargadas de velar y de cuidar a estos menores, que viven en centros residenciales o temporalmente acogidos por familias, pero tan sólo una minoría está en situación legal de adopción. En Catalunya es a través del IRES (Institut de Reinserció Social) y de su servicio de acogida y adopciones de niños con necesidades especiales (Sadine) como se puede llegar a tener a uno de estos niños. Según explica Maribel Bodego, educadora social de este servicio, "no hay demasiadas familias que recurran a este tipo de adopción, porque no todos los padres están en disposición de vivir una situación que necesitará una atención especial. Y lo más difícil de asumir es las incertidumbre, no saber qué evolución tendrá este niño".
"Cuando adoptamos a Carlos - confiesa Diana-, primó el deseo de tener a un niño con necesidades especiales, ya que pensamos que podríamos cuidar de alguien que padeciera una enfermedad crónica. Como yo tenía la enfermedad del virus de la hepatitis, pensé que sabría cómo tratar a un niño con características parecidas".
Cuando Carlos fue adoptado a los cinco años por esta familia sólo era portador del virus de la hepatitis C. Ya no tenía los anticuerpos del sida, su cuerpo había creado sus propias defensas y los había rechazado. "Cuando lo vimos bajando por las escaleras y con aquellas gafitas - prosigue Diana- ya nos enamoramos de él. Él también tenía muchas ganas de vernos".
Antes de este primer encuentro, Diana y su marido habían pasado ya por todo el proceso pertinente de adopción, que incluye una serie de entrevistas para conocer a fondo el perfil del niño que se desea adoptar y lo que cada familia le puede ofrecer, además de cursos de formación para conocer más a fondo cómo son estos niños y de qué manera poder ayudarlos. Una vez obtenido el certificado de idoneidad se valora la propuesta del niño que más se ajusta a cada familia y se prepara un periodo de acoplamiento con el menor con encuentros de forma progresiva, para que se vayan conociendo mutuamente las dos partes.
"Carlos es un niño muy agradecido y esto siempre alienta. Apenas llegar a casa le salió la varicela. Yo nunca había tenido un hijo, no sabía qué hacer: le ponía paños de agua, le hacía friegas de alcohol, no me movía de su lado. Al cabo de unas horas de estar con él, Carlos me dijo: ´Muchas gracias mamá, por cuidarme´. Él siempre ha valorado lo que tiene. Cuando llegó a casa, disfrutó mucho con su habitación, la fuimos construyendo juntos. El día que pudo dormir en ella estaba entusiasmado. Por fin tenía algo propio y muy deseado".
Minerva Actualmente son muchas las personas que pueden adoptar a niños: parejas de hecho, homosexuales, familias monoparentales... Sin embargo, adoptar a un menor con características especiales no es fácil. Implica superar muchos miedos en las posibles familias adoptivas. "Es una actitud lógica - dice Maribel- ante algo desconocido. Algunas de estas personas lo han estado estudiando desde hace años, otros, sin embargo, vienen con un proyecto muy claro".
Es el caso de Dolors. Familia monoparental y mamá adoptiva de una niña con síndrome de Down. "Trabajo desde hace años en la escuela pública como maestra de educación especial y siempre pensé que no me supondría ningún problema vivir con un niño con discapacidad - explica Dolors-. Lo más difícil para mi no fue tener una hija con síndrome de Down, sino encontrarme de repente con un bebé. Los primeros días fueron complicados; no sabía cómo darle los biberones, tenía miedo de bañarla, era una mamá primeriza. El día que la conocí lo recuerdo como algo maravilloso. Nunca olvidaré el primer momento en que la tuve en mis brazos. En aquel instante sentí que era hija mía. No me he arrepentido en absoluto, lo tenía clarísimo, a veces me pregunto qué habría hecho todos estos años sin ella".
"Mi hija necesitó un tiempo de adaptación, su sistema inmunológico es más débil y la tuvimos que medicar bastante, pero tiene un buen desarrollo general. Actualmente asiste a una escuela pública, va a clases de chelo, y a estimulación precoz. A ella le va bien relacionarse con todo tipo de personas. También es importante que no se la trate de una forma diferente y que la gente la acepte tal como es".
Joan Otro caso distinto es el formado por la familia de Anna y Josep, con dos hijas biológicas de 22 y 27 años, respectivamente. Casualmente se enteraron de la posibilidad de adoptar a niños con necesidades especiales y se decantaron por ella. Adoptaron a Joan, cuando sólo tenía dos meses de edad.
Joan ha cumplido ya los seis años y participa en numerosas actividades. La reciente exhibición de judo emocionó a sus padres. "Estaba muy ilusionado, había entrenado mucho y estaba seguro de que le saldría bien - cuenta Anna-. Esun niño que disfruta y se ilusiona con todo. Cuando salió de su primer día de judo nos dijo, con orgullo: ´ya soy cinturón blanco´. Nos encanta compartir sus logros. Él nos alienta con su entusiasmo, con su alegría contagiosa, con sus ganas de vivir, con su mirada positiva".
Sin embargo, llegar hasta aquí no ha sido fácil. En sus seis años de vida, Joan ha debido luchar con una intensidad inhabitual a su edad. "Cuando lo adoptamos, los médicos nos contaron que debido a sus antecedentes familiares, muy graves, no sabían qué evolución podía tener. Su diagnóstico era incierto. No podían asegurarnos tampoco si llegaría a caminar o hablar, se intuían problemas físicos que más tarde se confirmaron, concretamente una malformación congénita que se pudo solucionar con una intervención quirúrgica".
Poco a poco y con ayuda del equipo médico del hospital Sant Joan de Déu de Esplugues de Llobregat fueron progresando. "Con ejercicios y masajes determinados llegó a sostener la cabeza, también pudimos comunicarnos con signos, y después ya aprendió a verbalizar las palabras. También superó los problemas de lateralidad, y conseguimos mejorías en su movilidad. Actualmente funciona cognitivamente muy bien y tiene un buen desarrollo motor. Él se esfuerza mucho en todo. Su buena evolución y su progreso son un milagro diario".
Una de las luchas más duras la tuvieron con la Administración, ya que debido a errores legales, al cabo de dos años les dijeron que los trámites de adopción no eran válidos y que el expediente debía rehacerse. "Tardamos más de cuatro años en solucionar los trámites. Cuando por fin pudimos inscribir en el Libro de Familia su nombre, seguido de nuestros apellidos, lloramos de emoción".
Joan Los motivos por los que unos padres deciden adoptar a un niño con problemas son variados. Según Maribel Bodega, "no existe un perfil determinado, y es mucho mejor así, ya que cada niño es diferente y cada familia tiene unas motivaciones diversas, sin embargo, si se requiere que el nuevo miembro que se incorpore a la familia con hijos biológicos, es mejor que sea el menor. Es decir que se siga el crecimiento natural de una familia".
Francesc y Susana siempre habían pensado en adoptar un niño. Los dos son médicos y han trabajado en Bolivia y varios países de África. Cuando se enteraron de que aquí había niños con necesidades especiales, no dudaron y adoptaron a Joan, un niño con síndrome de Down.
"Por coherencia social y por nuestro trabajo - explica Susana- nos costaba decidirnos por una adopción internacional. Trabajamos para que los niños no tengan que marchar de sus países y pensamos que aquí también hay realidades muy duras y criaturas que te necesitan. No estamos arrepentidos, ni mucho menos, aunque reconozco que al principio infravaloramos un poco el esfuerzo. Cuando Joan llegó a casa surgieron muchos problemas: tuvimos que ingresarlo de urgencias, ya que necesitaba oxígeno las 24 horas, no crecía y apenas comía, también lo operaron del corazón. Conocer su ritmo llevó un poco de tiempo".
No les costó integrarlo en casa. Lo habían hablado mucho, y procuraron que el proceso no afectara en exceso a los otros hijos. "La relación con los hermanos es hoy muy buena". Evidentemente, Joan es un niño diferente, con unos rasgos especiales en la cara, y no habla como los demás, "pero a nivel personal, vemos que es un niño feliz".
Nadie piensa, especialmente en casa, que tengan un niño con síndrome de Down. "Ya tiene cinco años y está plenamente integrado en la familia, es un miembro más. La comunicación es innata, como en cualquier niño normal,su capacidad de respuesta es más lenta y tienes que saber esperar, pero todo sale de forma espontánea y natural".
"Estos son niños con características especiales, que necesitan atenciones en aspectos concretos, pero no son enfermos - dice Maribel-. Las familias que los acogen no deben cambiar sus hábitos ni formas de vida. Ya lo saben, y los educadores y servicios que velan por la acogida se encargan de formarlas en este sentido. Y los niños deben vivir como uno más de la familia, ir a la escuela, de vacaciones, hacer todo lo que les ayude a desarrollarse como ser humano".
Pol y Carla También Maruja y José, los padres de Pol y de Carla, dos niños con síndrome de Down, pensaron en la opción de adoptar a niños epeciales. Inicialmente pensaron que su edad - los dos tenían 50 años-, podría ser un impedimento, pero no lo fue. Sin embargo, consideran que la rigurosa selección y los numerosos problemas que se plantean en todo el proceso de adopción son excesivos.
"En una primera entrevista con el médico - explica José-, las dificultades que nos plantearon fueron tantas que salimos de allí impactados: te explican los problemas que ha tenido y puede tener el niño, que si ha estado a punto de morir... Pero teníamos claro que deseábamos a esa criatura, y aunque viviera poco tiempo haríamos lo posible para que fuera feliz".
Cuando lo acogieron, Pol tenía un año y medio. "Al principio no fue fácil; teníamos que estar mucho por él, todo se lo preparábamos triturado, tardó casi tres años en comer algo sólido. Le dedicamos mucho tiempo, ya que no deja de ser un aprendizaje conjunto, y todos nos hemos de conocer, pero compensa con creces sentir que nuestro hijo está bien y es feliz".
Estaban tan orgullosos con su hijo, que cuando les hablaron de la posible adopción de otro niño con síndrome de Down no tuvieron demasiadas dudas. También pensaron que le iría bien a Pol tener otro hermano y dejar de ser así el centro del universo.
"Cuando vimos a Carla nos enamoró a primera vista, nos impactó su mirada. Iniciamos otra vez los trámites de adopción. Estamos encantados con este nuevo miembro en la familia".

Rosa M. Carbonell
La Revista de La Vanguardia, 04/06/2006

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